En primer lugar, para los que aún no sepan "Brexit" es la abreviatura de dos palabras en inglés: Britain ( Gran Bretaña) y exit (salida), que significa la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Decisión que se tomó en Junio del 2016 mediante un referéndum en Gran Bretaña.
Se anticipa que la economía británica se verá afectada, y el sector farmacéutico es uno de los más importantes.
Las compañías que comercializan productos farmacéuticos en la Unión Europea y en los Estados Unidos necesitarán planificar y tomar decisiones antes de que el Reino Unido se retire de la Unión Europea en marzo de 2019. Aquí las empresas deben decidir si cambian su operación a Europa; o mantener una base en Gran Bretaña y otra europea; o salir del Reino Unido por completo.
El problema es que no hay un modelo a seguir, ya que ningún país ha dejado la Unión Europea antes. El posible impacto en el sector farmacéutico puede ser significativo para la economía del Reino Unido. La industria farmacéutica ofrece una contribución significativa a la economía del Reino Unido y a la población en general. Esta contribución se ve en un superávit comercial cada vez mayor (más exportaciones y dinero que entran en el país que las importaciones), alcanzando un poco más de £ 3 mil millones. Además, según la Association of the British Pharmaceutical Industry, cada mes 45 millones de paquetes de medicamentos van de Gran Bretaña a la Unión Europea y 37 millones vienen en dirección opuesta.
El problema puede verse agrandado al comprometer otras áreas relacionadas al negocio farmacéutico, como la Investigación y las Barreras de Acceso de un medicamento al mercado europeo. No se sabe que pasará con las decisiones del Institute for Biological Standards and Control (NIBSC), entidad actualmente reconocida por Europa.
En términos de regulaciones, gran parte de cómo opera el sector farmacéutico está vinculado a las regulaciones de la Comisión Europea, como las Buenas Prácticas de Fabricación (GMP Good Manufacturing Practice). También existen otras reglas, como las salvaguardas para la distribución y los mecanismos para evaluar el impacto de los medicamentos en el mercado (que cae bajo la práctica de la farmacovigilancia). En cuanto a GMP, esto es supervisado por la European Medicines Agency en conjunto con las agencias nacionales. En el Reino Unido, la agencia encargada es Medicines and Healthcare products Regulatory Agency (MHRA).
Para proporcionar una guía a las empresas farmacéuticas, la MHRA ha emitido una declaración. Esto es en respuesta a tales empresas ya que solicitan detalles sobre los requisitos legislativos del Reino Unido en relación con los diferentes escenarios de resultados. MHRA está preparando propuestas de "un día" y de más largo plazo, aunque todavía no se han proporcionado detalles. Lo que la agencia puede afirmar es que el Reino Unido pretende presentar un "período de implementación de tiempo limitado con la Unión Europea, y ambas partes han reconocido su importancia". Sin embargo, si las negociaciones fracasan y no hay un período de implementación, el gobierno del Reino Unido pretende producir un proyecto de ley que convertirá todos los marcos legislativos existentes de la Unión Europea en leyes del Reino Unido, lo que evitará cualquier cambio repentino en el marco regulatorio del Reino Unido.
Esto último parece una solución demasiado fácil para un problema con tantas aristas complejas. Lo cierto es que cuando un país toma resoluciones de gran escala, como retirarse de la Unión Europea, siempre los motivos son económicos. Así que no se puede esperar que Gran Bretaña salga perdiendo. Ni tampoco podemos pensar que los Laboratorios Farmacológicos que tienen sedes en la Isla vayan a quedarse esperando a ver que pasará, sin antes tomar todos los resguardos necesarios para asegurar sus ganancias. Sin embargo, alguien tendrá que pagar por los costos de implementación de toda esta nueva infraestructura del mercado farmacológico británico. Lo más probable es que sean los simples ciudadanos, los mismos que votaron a favor del Brexit.